Anteojos Espirituales

Primero, permítanme comenzar en decir que la fe es absolutamente necesaria para vivir, no solamente en este momento de una pandemia global, sino siempre. Vivimos en un mundo donde frecuentemente enfrentamos muerte, enfermedad, hambre, tristeza, odio, y miedo. Cuando regresemos “a la normalidad,” al final de esta pandemia, estaremos egresando a un mundo aun quebrantado.

Algunos de ustedes no me conocen o no saben lo que hago profesionalmente. Trabajo en una organización legal que brinda servicios legales gratuitos a personas de recursos limitados. Cada uno de nuestros clientes sufren por causa de la pobreza y por los efectos de trauma asociados con esa pobreza. Dentro de mi organización manejo un equipo de abogados que representan a víctimas del crimen, con mayor frecuencia sobrevivientes de violencia doméstica, abuso sexual y el tráfico de personas. Además de ser pobres y haber sobrevivido algún tipo de violencia, nuestros clientes pertenecen a poblaciones marginadas, entre otros, inmigrantes, personas de color, jóvenes en hogares temporales, personas con problemas de salud mental y aquellos que se identifican como LGBTQ +. Trabajar en este espacio puede ser abrumador, deprimente, y exasperante al ver las muchas formas en que estas personas son oprimidas y con qué frecuencia nuestro sistema de justicia les falla.

Hay días, más de lo que me gustaría admitir, cuando pierdo el camino y pierdo mi esperanza. Puede ser que tú también has tenido algunos de estos días. Como vivimos en un mundo quebrantado, todos luchamos en contra de alguna injusticia. Su lucha probablemente es distinta de la mía, pero lo que es común entre todos es el sentimiento de desesperación que nos quiere sofocar.

Afortunadamente, nuestro Dios es lleno de gracia y nos recuerda que hay un reino que sobrepasa este mundo, una realidad más real de lo que vemos con nuestros ojos, y una victoria en Cristo que nos espera.

Me gustaría compartir tres prácticas que me ayudan a despertar y fortalecer mi fe para luchar y no ceder ante la desesperación.

1. Ponte anteojos espirituales para ver bien.

La fe no requiere que rechacemos nuestra realidad o negar nuestras circunstancias actuales; sin embargo, requiere que veamos nuestras circunstancias con la perspectiva de Dios.

Una de las mejores definiciones de fe que he escuchado es que la fe es entender el sistema de Dios, o sea entender cómo funciona Dios y cómo funciona su reino. En otras palabras, la fe es poder “ver” lo que no se visible.

Dios está escribiendo una narrativa que abarca toda la historia y culmina con su reino viniendo a la tierra. Dios ve todo desde una posición de victoria, de triunfo, y de poder. Él ve todo a la luz de la eternidad, lo que significa que Dios valora esos rasgos eternos que permanecerán después de que todo lo temporal y terrenal se haya ido. Valora el carácter y las obras de amor, justicia, misericordia, bondad y paz.

Uso anteojos (y pupilentes) para poder ver. Sin mis lentes correctivas, veo todo desenfocado y borroso. Mis anteojos ponen las cosas en foco y aportan claridad. De la misma forma, necesito anteojos espirituales para ver mis circunstancias como Dios las ve. Con mis anteojos espirituales, puedo reorientar mi enfoco hacia lo que valora Dios, ya sea en el hogar como madre, en mis relaciones con amigos y vecinos, o en el mercado en mi trabajo. Con mis anteojos espirituales, puedo ver dónde está trabajando Dios, luchando la batalla por mí.

2. Usa tus anteojos espirituales para mirar atrás.

Dios nos ha dado asombrosas promesas a través de las Escrituras. Es posible que Él también te ha dado una promesa específica sobre tu vida. A veces parece que esas promesas nunca se cumplirán, especialmente durante la cuarentena.

Pero las promesas de Dios nunca fallan. Él siempre cumple su palabra. En Romanos 4: 18-21, Pablo describe la fe de Abraham: “creyó en esperanza contra la esperanza … y no se debilito en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya muerto (siendo de casi cien años), o y la m o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.”

El crecimiento es normalmente un proceso lento y muchas veces pasado por alto. Por lo tanto, necesito mis lentes espirituales para mirar hacia mi pasado y ver dónde fue fiel Dios, dónde “cumplió” con sus promesas. Miro atrás y veo dónde Dios cumplió Su promesa de consolarme en mi tristeza. Miro atrás y veo dónde Dios curó mi corazón partido. Miro atrás y veo dónde Dios me dio alegría por el luto. Estas promesas cumplidas fortalecen mi fe y me dan esperanza de que Dios volverá a cumplir con sus promesas.

3. Usa tus anteojos espirituales para mirar adelante.

Un compañero de trabajo me dijo una vez que nuestra lucha por la justicia es más como un maratón, no un sprint. Este es un buen consejo bíblico también, porque el escritor de Hebreos en el Capítulo 12 nos exhorta a correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús.  Incluso nos dice que recordemos todo lo que Jesús sufrió para que no nos cansemos y nos desanimemos.

Jesús soportó la cruz porque vio el gozo puesto delante de Él: una Iglesia vencedora, hermosa y gloriosa. Ver lo que estaba por venir alimentó Su propósito. Sabía por qué estaba sufriendo, y sabía que valía la pena.

Del mismo modo, necesito mis lentes espirituales para mirar hacia adelante. Como Dios nos ha dado promesas sobre el futuro, podemos tener un destello a la vista del futuro que Dios ve ahora.

Aunque el mundo permanecerá lleno de dolor y sufrimiento cuando termine la pandemia, Jesús prometió que no nos dejaría ni nos abandonaría, así que sabemos que tenemos la victoria. El reino de Dios seguirá avanzando, y tanto usted como yo formaremos parte de la obra de ese reino. Un día ya no habrá más muerte, ni más sufrimiento, ni más luto. Estas promesas alimentan mi fe; esa esperanza de lo que viene, que sé que es segura, es lo que me mantiene peleando la buena batalla de la fe.

Espero que estas verdades los alienten y que su fe en Jesús sea fortalecida mientras caminemos juntos por este tiempo. Espero que se unan conmigo en poner nuestros anteojos espirituales, ver nuestras circunstancias presentes de la manera en que Dios lo ve, mirar atrás a las promesas cumplidas, y mirar adelante a nuestra futura gloria en Dios.

Carla Sanchez-Adams

1. Me gusta imaginar que mis anteojos espirituales se parecen a las gafas (Spectrespecs) que Luna Lovegood usa en Harry Potter y el Príncipe Mestizo (la foto anterior) para ver los “wrackspurts” en la cabeza de Harry y por verlos encontró a Harry mientras estaba invisible.